¿Pero qué Hacen los Ecologistas? - André Malby

Alternativas vegetales a los combustibles fósiles, André Malby

Título: ¿Pero qué Hacen los Ecologistas?
Autor: 
Medio de publicación: Periódico «L'Imbécile de Paris» nº1
Fecha de publicación: 

Este artículo apareció publicado el verano de 1991 en el número 1 del periódico satírico francés «L'Imbécile de Paris». A lo largo del mismo, André Malby expone numerosas alternativas vegetales a los combustibles fósiles, mientras se pregunta por qué los ecologistas no utilizan estos argumentos en sus discursos.




¿Pero qué Hacen los Ecologistas?
André Malby

«Nuestro planeta no va muy bien. ¡Está enfermo! ¡En gran peligro! ¡Casi muerto!...». Oímos estas letanías a lo largo del año. Esto se vuelve desesperante porque, a fuerza de dejar repetir este mensaje sin reaccionar, se ha instalado un espíritu dimisionario. La Tierra está casi muerta. Los ecologistas están a su lado. Verdes de impotencia. Todo es normal… ¿Qué podemos hacerle? ¿Cómo salvar lo que queda por salvar? ¿Pero qué hacen los ecologistas?

Es en 1983 cuando James A. Dukes, doctor en botánica, fue llamado a Peoria, en Illinois, por un organismo dependiente del ministerio americano de Agricultura y que se llamaba: Centro para la energía agrícola. Lo que se le pedía a James A. Dukes era establecer una tabla comparativa de las doscientas especies de plantas más prometedoras para la energía renovable.

Entre éstas, figuraban especímenes tales como la euphorbia, llamada «la planta petrolera», y la planta espermófila cuya leche, como afirma el bioquímico Melvin Calvin, premio Nobel de química 1961, puede producir ciento veinte barriles de petróleo por año y por hectárea. Se descubría también la impresionante Copaifera, o copaiba, que los especialistas apodan «el árbol Diésel» y que, afirman, puede dar, ella también, hasta ciento veinte barriles de gasóleo por hectárea por año, lagrimeando su sabia como un gomero; en el mismo registro, conocemos el Sindora o «árbol keroseno», esencia tropical que se desangra para obtener su resina, el Pittosporum o «nuez de petróleo», árbol de crecimiento rápido que se emplea para producir electricidad, este Leucanea de Filipinas, que crece a la velocidad gran V, que madura un fruto cuyo keroseno se extrae con una facilidad desconcertante; se sabe, en resumen, que los arbustos de Pittosporum Resiniferum pueden satisfacer las necesidades de energía de cada familia que la cultive… La lista de estos vegetales milagrosos es larga. Se encuentra disponible, rica en conocimientos, francamente impresionante. Poco conocida… Forzosamente.

¿Pero qué leen los ecologistas?

Mientras que sabemos que el 4% del suelo de Panamá plantado con Leucanea podría satisfacer las necesidades energéticas del país entero, uno se pregunta todavía por qué continúan las perforaciones petrolíferas en el golfo de México, so riesgo de provocar una catástrofe ecológica definitiva en la región.

¿En qué piensan los amigos de la Tierra?

Cuando se sabe que todas las necesidades americanas de petróleo podrían satisfacerse cultivando una planta «petrolera», llamada tártago (una variedad de euphorbia) sobre una superficie equivalente a la superficie del Estado de Arizona, uno se vuelve soñador viendo, en la televisión, a los manifestantes que desfilan delante de una central nuclear. Sabiendo que bastaría con un millón de kilómetros cuadrados plantados de Leucanea para absorber los 2,5 millones de toneladas de gas carbónico expulsado cada año por nuestras industrias y nuestras comodidades, uno se vuelve pensativo observando la insignificante lucha de los seguidores de la ecología frente a la enorme espiral financiera que representan las industrias de nuestro mundo.

Es, una vez más, el doctor James A. Dukes (en su departamento dependiente del ministerio de Agricultura en Beltsville en Maryland, en los Estados Unidos) quien clama desesperadamente: «Y si, en vez de quemar carburantes fósiles, recolectásemos Leucanea para la producción energética, ¡el índice de gas carbónico no progresaría más!». Pero pocos lo han oído y casi nadie lo escucha.

Entonces, se sigue viviendo así de bien, más y más inocentemente, como se nos ha enseñado, dejando a otros, como así lo quieren algunos aprovechados, estas responsabilidades que parecen tan alejadas de nuestra banalidad cotidiana.

¿Y los ecologistas no están ahí para eso?

André Malby

Si lo que escribe André Malby les interesa o les apasiona, y desean más información, l’Imbécile de Paris transmitirá sus preguntas al autor, que las responderá.






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