Helvecia, La Suiza Venida de la Noche de los Tiempos

Helvecia, La Suiza Venida de la Noche de los Tiempos, André Malby

Título: Helvecia, La Suiza Venida de la Noche de los Tiempos
Autor: 
Medio de publicación: Revista «Corto Maltés» nº4
Fecha de publicación: 

Este artículo escrito por André Malby es el prólogo incluido en el número 4 de la revista de Corto Maltés, publicada en diciembre de 1988. En él, André Malby nos ofrece un recorrido por la historia de la Suiza más esotérica. Paracelso, Johannes Trithemius, la Esteganografía, la vía alquímica, los Crisoles de la Rosa, el Rey del Mundo, el Santo Grial, el Priorato de Sión, el tesoro iniciático de San Gotardo, los dueños secretos del mundo... todo ello se trata en este maravilloso artículo que nos ofrece Malby.





Helvecia
La Suiza Venida de la Noche de los Tiempos

Quien no se haya sentido ahogar de emoción a la vista de las
Majestades Alpinas, que no siga leyendo: cuanto sigue
le resultará incomprensible...

Tridente usado por Paracelso para combatir la impotencia
Tridente usado por Paracelso para combatir la impotencia.

Desde los tiempos de los primitivos chamanes de la época de La Tène, desde los de aquellos hombres de hierro de las gargantas de Covatan, las tenues puertas que unen los mundos no se han vuelto a cerrar. Aunque, a veces, a lo largo de los meandros de la historia, se han hecho menos perceptibles y conocidas, quedando protegidos sólo por un puñado de elegidos encargados de custodiar su integridad y secreto. Helvecia es un gran Templo Blanco que se extiende por la cadena de los Alpes y a menudo desborda el trazado geográfico de sus fronteras.

¿Cuál es la entrada ya olvidada que guarda Sekhmet, cuya cabeza de leona se perfila a las puertas de Megève, en el monte Jayet, de evocaciones llenas de significados para el cabalista? ¿Se trata de una escultura creada por casualidad, o es producto de una civilización análoga a la del altiplano de Marcahuasi, descubierta por Daniel Ruzo en los Andes peruanos, y que todavía da que hablar a la Prensa? Aparte de la Suiza secreta más famosa, la de los aeropuertos que se abren en las laderas de las montañas, la del refugio que se está construyendo en las cercanías de Zurich, la Suiza, digamos, que es olla donde se cuecen los grandes acontecimientos políticos y económicos, existe otra realidad que aletea sobre la gran paz de los pastizales y los viñedos, un universo recorrido por las sombras de Amatus y Paracelso, y de muchos otros que han dejado su misteriosa impronta en las páginas de la historia, mientras sus biografías legendarias u olvidadas dan pábulo a nuestra fantasía.

Paracelso en un grabado alemán
Paracelso, según un grabado alemán.

Los signos de la herencia

De sangre imperial o heredero de la gran tradición céltica: ¿quién es el mago iniciado que dejó su huella en Druso Magnus, el antiguo nombre de la ciudad de Sión del Valais? ¿Habrá que buscar acaso detrás de este dato tan cercano a la «Lengua de los pájaros», cara a Fulcanelli, una indicación que nos haga interesarnos por el nombre de la antigua ciudad de Sión: la «Urusalim» bíblica de 1400 a.C. cuya pista se encuentra en las cartas de El Amarna? El camino iniciático de las correspondencias nos conduciría entonces hacia Ursus, el oso símbolo de Berna ¡pero también del rey Arturo, el Artús de la tradición caballeresca! Que se trate del druso romano, del druis alumno de los colegios célticos, del chaparro de la encina (drys en griego) o de la memoria de los reyes-osos venidos de la noche de los tiempos, es sobre sus huellas por donde avanzan los actuales grupos de vigilantes. Que conecten con la herencia de Jerusalén, o que dialoguen con la fantasmagoría de Klingsor, generado por la sola fuerza mental para penetrar los secretos de Wolfram von Eschenbach, son siempre los mismos hombres y las mismas fuerzas los que se ponen en acción, lo que viene ocurriendo desde más allá de los siglos.

Paracelso y Jehan Trithème

Cuando Filippo Aureolus Teofrasto Bombast von Hohenheim nace en Suiza, en Einseideln, el 17 de diciembre de 1493, el abate Jehan de Heidenberg tiene treinta y un años y es miembro, junto con Jean de Dalberg y Rudolf Huesmann, de una sociedad secreta dedicada al estudio de la astrología, la magia de los nombres, las lenguas y las matemáticas. Han tomado seudónimos, convirtiéndose Jean de Dalberg en Jean Camerarius; Rudolf Huesmann, en Rudolf Agricola, y Jehan de Heidenberg, en Jehan Trithème. Esta sociedad, la Sodalitas Celtica, se interesa pronto por la Cábala gracias a las enseñanzas de un nuevo miembro: el judío de ascendencia italiana Paul Rici. ¿Qué puertas abrieron ellos entonces y transmitió posteriormente Jehan Trithème, abate de San Martín de Spanheim y luego de Würzburg, al joven Paracelso antes de que éste iniciase su periplo por España, Inglaterra, Turquía y Egipto?

Hay que reparar un instante en la extraña personalidad de aquel que se había dado el nombre de Jehan Trithème, con que la historia iba después a recordarlo. Este hombre escribió un libro que todavía hoy forma parte de los secretos y malditos, la Esteganografía, que fue quemado a petición del elector Filippo II, conde palatino. Obligado por órdenes superiores a censurar su propia obra, Jehan Trithème realizó grandes cortes en el manuscrito original, que aun así vio la luz oficialmente sólo 94 años después de su muerte.

Ilustración del Rosarium philosophorum de Arnaldo de Villanova
Ilustración del Rosarium philosophorum de Arnaldo de Villanova. El color del león (verde) indica la materia primordial de la que se extraen los principios sulfúricos y mercuriales.

Los misteriosos superiores

Efectivamente, en 1610 Mathias Becker publica la Esteganografía en Francfort. Un pequeño detalle debiera haber llamado la atención de los investigadores. Esta edición reza al comienzo: «con privilegio y permiso de los Superiores»... De ninguna manera puede tratarse de las autoridades católicas: ¡la obra de Trithème figuraba en el Índice desde el año anterior! ¿De qué superiores emana esta autorización póstuma y limitada a la versión castrada de la obra prohibida? El libro versaba sobre la técnica de transmitir información a distancia. Hoy podemos comprender mejor las implicaciones de semejante revelación: ¿acaso no es verdad que toda energía es ante todo y sobre todo Información? ¿No vendría a cuento recordar al respecto una historia muy reciente y tan misteriosa como inquietante?

El secreto de Filippov

En la noche del 17 de diciembre de 1903, un científico ruso encontró la muerte en su propio laboratorio. Mijail Mijailovic Filippov desaparecía así, probablemente asesinado por la terrible Okrana, la policía secreta de Nicolás II, a quien se le entregó el manuscrito de la última obra del científico. El zar lo hizo quemar, así como el laboratorio del desdichado investigador. El título del libro, que llevaba por título A la revolución por la ciencia, o el fin de las guerras, hablaba de un método científico para transmitir a distancia informaciones energéticas… Se trataba, en este caso específico, de hacer llegar a cualquier distancia los efectos de una explosión. Así, una bomba que estallase en Moscú podía transmitir sus efectos a cualquier otro lugar: Constantinopla o las antípodas...

No se puede por menos de establecer un nexo entre la transmisión de efectos de que trataba la obra de Jehan Trithème, cuya validez demostraron los trabajos de Filippov, con las teorías revolucionarias de Paracelso. En efecto, el genial médico suizo preconizaba, por ejemplo, para curar ciertas heridas, ¡aplicar el tratamiento al arma causante! ¿No hay que ver en esto el resultado de lecciones muy parecidas a las de Trithème? Ambos, Jehan Trithème y Paracelso, repetían sin cesar que sus escritos nada tenían que ver con la magia, contra cuya práctica luchaban enérgicamente.

Concluidas las operaciones preliminares, el Elixir puede mostrar sus virtudes transmutando los «planetas terrestres» o metales
Concluidas las operaciones preliminares, el Elixir puede mostrar sus virtudes transmutando los «planetas terrestres» o metales. (Speculum Veritatis, siglo XVII, Biblioteca Apostólica Vaticana.)

La vía alquímica y los Crisoles de la Rosa

¿En qué fuentes orientales pudo Paracelso verificar y ampliar los conocimientos que iban a hacer de él un genio, al cual no ha acabado de descubrir el mundo modemo? ¿No fue en su viaje cuando el nuevo iniciado a la herencia de la Sodalitas Celtica conoció a los maestros que le dieron las llaves de lo que él aplicaría luego parcialmente a la ciencia médica?

Más marcado por la tradición oriental, proveniente de las grandes universidades árabes de la época, que por la tradición médica europea, hija de Galeno, Paracelso manifestará desde su regreso unos conocimientos que, aunque habituales entre los científicos islámicos iniciados, eran totalmente desconocidos para la cultura occidental de entonces.

Bien es verdad, como me han contado recientemente en Rhoden, la Rodas del cantón de Appenzell, que él trajo consigo de su viaje el secreto de la composición de los crisoles de la isla de Rodas, famosos desde siempre entre los alquimistas, y que la Edad Media reconocía, como antes los romanos y los bizantinos; por la marca en forma de rosa que adornaba el fondo, y que se encuentra ya en las ánforas del naufragio de Ser-Celiman. Estos «Crisoles de la Rosa», que Gerbert d'Aurillac usaba para sus investigaciones antes de convertirse en el papa del Año Mil, han tenido una larga descendencia más allá del olvido y de las deformaciones del saber. Se encuentran en el origen, con su nombre, de la leyenda de los Rosacruz, que confunde al artífice con su utensilio, reuniendo en un mismo nombre la Obra y el Artista. Todavía hoy los Rosacruz están presentes a cuentos aspiran al conocimiento de los misterios de tierra y cielo…

Análogamente (y siguiendo siempre cuanto me fue contado en la Rodas de Appenzell al pie de un extraño Árbol de la Vida pintado hace siglos), Paracelso habría llevado a Suiza el secreto del especialísimo vidrio con que se deben fabricar los recipientes y las retortas de la obra alquímica. En estos matraces tan fuera de lo común reside de hecho el verdadero secreto de la Alquimia operativa, porque es en la misma masa del cristal donde se funden a una determinada temperatura los metales tratados durante las operaciones preliminares de la obra. Esta extraña revelación me fue comunicada en el corazón de los Alpes suizos, acompañada de una documentación aplastante... ¡La Helvecia eterna, misteriosa y secreta, no deja de exhibir sus encantos!

El linaje del Rey del Mundo

Desde las profundidades de la historia europea, la sombra de un extraño monarca, que todavía apasiona a los historiadores, sigue designando a la Suiza de hoy y a los territorios de entonces como depositarios de un secreto aún ignorado por los buscadores de milagros. Dagoberto II, educado en Irlanda en un monasterio de Slane, es uno de los soberanos más enigmáticos que ha dado la historia. Él se halla en el origen de lo que parece ser el linaje europeo del Rey del Mundo, cuya emanación para Occidente sería aquel gran monarca del que reyes y emperadores legendarios como Federico Barbarroja son aspectos momentáneos. Cuando en el año 674 Dagoberto considera llegado el momento de reclamar su reino, recibe ayuda de Wilfrid de York, el rey de Northumbria, cuya estima se ha ganado, pero también y sobre todo de Amatus, obispo de Sión del Valais.

Amatus será el enemigo del mayordomo de palacio de Thierry III, Ebroin, instigador y cómplice del asesinato de Dagoberto II, a quien depuso Dagoberto III, ocupando el trono. Él ayudará al futuro rey a llegar a su capital, la ciudad de Stenay, en las Ardenas, haciéndolo pasar por su obispado para evitar así que cruzase los territorios de Thierry III. De este modo, ya en el siglo VII, se encuentra Suiza ligada a uno de los personajes más importantes y misteriosos de la historia europea.

Símbolos alquímicosMapa de los reinos merovingios
Mapa de los reinos merovingios. Como ilustración del texto se han representado símbolos alquímicos.

El enigma de Cristo y el Priorato de Sión

Los portavoces de ciertas fuentes extremadamente documentadas y serias afirman que el verdadero Cristo no sólo no murió en la cruz, sino que además huyó de Israel con su compañera; que tuvo hijos, legítimos descendientes de los reyes de Judá, y que Dagoberto y su progenie representan el linaje directo de la sangre divina. El Santo Grial sería entonces con mayor razón la Sangre Real, y de un solo golpe se aclararían las mil intrigas y reapariciones en la historia de la sociedad secreta más antigua que existe: el Priorato de Sión.

El monarca aludido fue asesinado por orden del maestro de palacio Pipino de Héristal el 23 de diciembre de 679, durante una partida de caza en los bosques de las Ardenas, y habría que relacionar esta muerte con la de un informador del escritor Gérard de Sede, que trató el asunto en sus obras: resulta que el marqués de B fue asesinado el 23 de diciembre de 1971, durante… ¡una partida de caza en las Ardenas! El fabuloso monarca que no habría podido reinar sin la ayuda de Amatus está en el origen de una historia larga y misteriosa, que va de Jerusalén a Europa y cubre siglos de secretos de Estado y de política europea y mundial. Los Grandes Maestros que conocemos pertenecen a la elite del espíritu, ya que encontramos entre ellos personajes como Leonardo de Vinci, Nicolás Flamel, el pintor Nicolás Poussin, Jean Cocteau, etc. Pero ¿cuántos otros hombres más misteriosos todavía, y de los que no sabremos nunca, han tenido en sus manos los hilos de la historia? Ésta, la reciente, vuelve a sus raíces helvéticas, dado que la actual Orden del Priorato de Sión ha reaparecido oficialmente en 1958, en Annemasse, a las puertas de Ginebra. Por otro lado, los textos más enigmáticos concernientes a este asunto también se refieren a Suiza. L'Enigme du Rhazés et le secrete des descendants Mérovingies, publicado bajo el seudónimo de Madeleine de Blancasall, daba como dirección la del famoso Café du Molard ginebrino, y se aludía explícitamente a una Logia Alpina de Ginebra, que no ha existido nunca. Por último, los dossiers de Lobineau sobre los aspectos intrigantes de este drama genealógico nos llegan asimismo de Suiza.

A la reputación de secretos e inviolables que tienen los bancos suizos habrá que añadir quizá la extraordinaria fidelidad y discreción de aquellos helvéticos que son depositarios de bienes sin duda más preciosos que el oro. Me refiero a esos conocimientos que podrían cambiar el curso de la historia y el destino de los pueblos. Pero se trata de un tema en el que el respeto me impide profundizar.

Los cuatro grandes alquimistas, Geber, Arnaldo de Villanova, Rhasis y Hermes Trismegisto, preparando los diversos ingredientes de la Obra alquímicaLos cuatro grandes alquimistas, Geber, Arnaldo de Villanova, Rhasis y Hermes Trismegisto, preparando los diversos ingredientes de la Obra alquímica
Los cuatro grandes alquimistas, Geber, Arnaldo de Villanova, Rhasis y Hermes Trismegisto, preparando los diversos ingredientes de la Obra alquímica. (Norton's Ordinall, British Museum.)

El tesoro iniciático de San Gotardo

Recordemos finalmente la extrañísima historia de las tablillas encontradas en una cueva fortificada de los Pirineos durante la última guerra mundial, las cuales fueron enterradas luego en San Gotardo, dentro del hielo, a fin de que la progresión de éste y su lenta fusión hagan que la preciosa información que contienen las tablillas salga a la luz sólo cuando termine este siglo…

Los dueños secretos del mundo

Como final a esta introducción a la Suiza misteriosa, quisiera citar dos frases que son fundamentales para intentar comprender la historia del mundo y la de los tiempos presentes. Una es el grito de muerte de Walter Rathenau: «¡Los setenta y dos que gobiernan el mundo…!». En ella parecen aludidos, cómo no, los mismos desconocidos Superiores a que se refería el imprimátur de la Esteganografía de Jehan Trithème. Más enigmática todavía, por las fuerzas subyacentes a la apariencia de la historia que deja entrever, es la frase que recordaré a modo de colofón, pronunciada por Benjamín Disraeli, hombre de Estado y artífice del mundo moderno: «¡Gobiernan el mundo personas muy distintas de las que se imaginan aquellos cuya mirada no alcanza a ver entre bastidores!»

André Malby

Las ilustraciones han sido obtenidas de los libros siguientes: Nueva historia de Suiza y de los Suizos, 3 vol., G. Casagrande Editor, Lugano; Del empirismo a la razón, de Mousson-Lanauze, París; El secreto arte de la alquimia, de Stanislao Klossowsky de Rola.



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